lunes, abril 12, 2010

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Tenemos que reconocer que esta es una verdad muy lamentable, y no podemos tapar el sol con un dedo, es una realidad hoy en día. De acuerdo a los datos de las estadísticas oficiales de la mayoría de los países, el divorcio se ha convertido en una epidemia mundial que está destruyendo los fundamentos de la sociedad apartándose cada día más de la voluntad de Dios.


Las consecuencias de la destrucción familiar son peores que las de una guerra mundial, porque aunque no produce muchas muertes físicas, si está produciendo una terrible mortandad espiritual. Los rompimientos familiares están produciendo mucho desánimo y está enfriando la fe y el amor de muchas personas; lo cual conducirá la humanidad a una grave crisis de relaciones.


El concepto bíblico de familia se está destruyendo a pasos agigantados. Cada día son más las familias disfuncionales, que vienen de otros matrimonios y/o que no están viviendo en armonía con las instrucciones de Dios.

No solamente el índice de divorcios convencionales ha aumentado de manera considerable, sino que nos estamos enfrentando con otro fenómeno muy sutil y más peligroso aún que es el de los divorcios emocionales. Matrimonios que continúan viviendo juntos, pero emocionalmente separados y dañándose mutuamente y dañando cruelmente a sus hijos con el mal ejemplo que les están dando y la pésima influencia en la estabilidad emocional de ellos.


Los rompimientos familiares, generan una ausencia de identidad en muchos jóvenes, que van perdiendo el concepto de familia y van aprendiendo a dejarse llevar por las necesidades y debilidades humanas, produciendo formas de vida anormales como el comportamiento homosexual o bisexual, las adicciones, etc.

Se ha demostrado científicamente que la ausencia de figura paterna en un hogar genera una distorsión emocional, especialmente en los varones. La respuesta de esos jóvenes es una actitud de rebeldía contra toda figura de autoridad. La consecuencia es la formación de pandillas, las adicciones, la violencia y todas las demás consecuencias que estos problemas generan en la sociedad.

La mayoría de Iglesias han respondido a esta circunstancia con actitudes religiosas, tratando de que Dios actúe influenciado por la necesidad humana y que Dios produzca cambios en las personas de manera sobrenatural. La verdad es que esto ocurre las menos de las veces. Si fuera así, no habría tanta maldad y tanto sufrimiento en el mundo. ¿Porque?
 Porque para eso Dios nos dejó su palabra de vida. Dios nos entregó el libre albedrío y la responsabilidad de obedecer a su palabra por decisión y convicción propia. Si solamente fuera necesario buscar a Dios para resolver nuestros problemas, EL no nos habría dejado su palabra, no la necesitaríamos! Si EL nos dejo su palabra con la instrucción de escudriñarla y obedecerla, es porque eso es necesario para activar la bondad y la misericordia del Señor y para vivir una vida saludable.


Muchos matrimonios aún dentro de la Iglesia Cristiana están viviendo de apariencias, incluyendo lamentablemente a muchos pastores y líderes. Dios detesta las apariencias. El quiere que vivamos una vida obediente y transparente.

Como no va a estar el Matrimonio en peligro de extinción si dentro de la misma Iglesia vemos ejemplos lamentables de líderes reconocidos demostrando que no es la vida religiosa la que nos va a salvar de la destrucción familiar.

Lo único que nos puede salvar de la destrucción familiar es la obediencia, la transparencia y la verdadera humildad. Lamentablemente eso es lo que menos se ve hoy en día en la Iglesia Cristiana. Como entonces vamos a ser luz del mundo, sino modelamos primero los líderes Ministros del Señor una vida prudente, humilde y transparente que refleje el amor de Dios primero en nuestro propio matrimonio y nuestra familia.

Es muy triste ver como muchos líderes “cristianos” se enfocan más hoy en día en el crecimiento numérico de sus Iglesias, en alcanzar la posición de moda: “el apostolado”, en vestidos lujosos, carros de último modelo, en jugar golf y cosas por el estilo; y no en lo más importante que es el CUIDADO DE LAS OVEJAS, especialmente la estabilidad del matrimonio y la familia.

La gran mayoría de líderes están de acuerdo en que una familia saludable produce una Iglesia saludable. Pero un alto porcentaje lo dicen de la boca para afuera, porque no lo demuestran con su comportamiento con su propia familia y menos se interesan por el cuidado de las relaciones de las familias de la Iglesia.

Como va a gobernar la Iglesia, si no gobierna ni su propia casa. I TI 3:4-6

Hermanos, Lideres y Ministros de Dios; luchemos por la estabilidad de la familia. Solamente cuando el mundo vea que los Cristianos realmente vivimos principios de vida y tenemos matrimonios saludables, entonces se interesarán por conocer al Dios vivo que está en nosotros.

Dios no nos va a preguntar cuantas personas teníamos en la iglesia, nos va a pedir cuentas por el cuidado pastoral a esas ovejas, a esas familias. La vida espiritual se manifiesta y se evidencia en nuestra forma de vivir, primero con nuestra propia familia y entonces podremos ministrar las familias de la Iglesia. Somos salvos por la gracia, pero las obras confirman que vivimos en gracia!

Familias saludables, atraen personas a los pies del Señor. El testimonio de vida sincera y transparente delante de las personas, las atrae a Dios. Las actividades llamativas atraen multitudes pero no necesariamente las atrae a Dios. Solamente familias saludables pueden producir familias saludables.
Dios está buscando adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. Le adoramos primero que nada, si lo obedecemos.

Como verá el Padre a un hijo que le busca, le abraza, le glorifica, etc, pero no le obedece? O como verá el Padre a un hijo que le obedece, pero no le busca mucho, no le exalta muy frecuentemente? Lo ideal es que seamos hijos que le obedecemos y le glorificamos en alabanza y adoración, pero la Obediencia siempre será lo primero. Por eso dice en Mateo 7: No todo el que me diga Señor Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que obedece mi palabra.


Hermanos, Pastores y Líderes verdaderos de la Iglesia de Jesucristo: es hora de que tomemos la bandera del amor verdadero y la humildad y nos enfoquemos en el fortalecimiento de nuestras familias, de las familias que Dios nos ha encomendado.

EL MINISTERIO A LA FAMILIA, debe ser el más importante en su Iglesia. Un ministerio que se enfoque y trabaje fuertemente por transmitir los principios de vida bíblicos para tener y mantener FAMILIAS SALUDABLES.

Luchemos contra la extinción de la familia.

Luchemos por el fortalecimiento de la Familia

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lunes, abril 05, 2010

Iglesia de Jesús el Cristo o de Jesucristo

La Iglesia de JESUCRISTO, es apostólica pero no romana, ya que no se fundo en Roma, se fundo en Palestina, hoy Israel por el Señor Jesús que la declaro su Iglesia delante de Simón, a quien llamo Pedro y lo ungió como bastión firme de la Fe que le reconocía como el Mesías, según confesión abierta de Pedro, cuando le pregunto quien creía que era él... y con firmeza y convicción plena contesto: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo"... Ese es el Fundamento de la Fe cristiana instituida como Iglesia o congregación de fieles a dicha Fe.


Cristianismo


Fundador: Jesucristo
Deidad: Yahvé o Jehová
Tipo: Monoteísmo, Abrahámica

Texto sagrado: La Biblia
Nace: en Provincias romanas de Judea y Galilea
Lugar: Tierra Santa Tierra Santa
Nombre y número de seguidores Cristianos: unos 2100 millones

Primer país que adoptó como religión oficial al cristianismo Armenio: Armenia

País con mayor cantidad de cristianos en el mundo: Estados Unidos de América

Ramas:

Cristianismo Armenio, Cristianismo Copto, Ortodoxismo, Catolicismo, Protestantismo, Restauracionismo, Bautistas, Anglicanismo

Símbolo: La cruz

Comunidades: Congregaciones

Edificios religiosos: Templos, Abadías, Monasterios, Basílicas, Catedrales, Conventos, Capillas, Iglesias, Templos (SUD), Salones del Reino

Primera catedral cristiana Armenio Armenia

Catedral de Ejmiatsin (Ejmiatsin)

Catedral más grande del mundo Marfileño Costa de Marfil

Basílica de Nuestra Señora de la Paz (Yamusukro)

Clero: Obispos, Patriarcas, Presbiteros, Sacerdotes, Archimandritas, Pastores, etc.

Religiones relacionadas: Judaísmo e Islam



El cristianismo es una religión monoteísta de orígenes semíticos que se basa en el reconocimiento de Jesús de Nazaret como su fundador y figura central. Sus seguidores creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, muriendo en redención de los pecados del género humano, y resucitando después de su muerte.

Dentro de sus textos y escritos sagrados, comparte con el judaísmo el Tanaj, el cual constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo es considerada una religión abrahámica junto al Judaísmo y al Islam.

Sus inicios datan de la primera mitad del Siglo I de la Era Cristiana. (Ya desde el Siglo XX, los estudiosos no toman más en serio la datación que indica el año 33 d.C. El hecho es que se sabe de un desfase de 4 á 8 años entre el inicio del cómputo de la Era Cristiana y la fecha precisa del nacimiento de Jesús de Nazaret, llamado Cristo.[2] Y en adición a esto, no hay clara certeza ni consenso entre los estudiosos de que éste haya muerto a la edad de 33 años, tal como algunos textos bíblicos parecen sugerir. Confróntese al respecto Juan 2:20, y 8:57.)[3] En sus primeras décadas, era considerado como una doctrina sectaria más entre las tradiciones judías e israelitas, al igual que otros cuerpos de ideas y creencias de esa parte del mundo en esa época.[4] Desde que el cristianismo se convirtió en la religión del Imperio romano en el siglo IV, ha influido de manera significativa en la cultura occidental y en muchas otras culturas a través del mundo. En la actualidad posee más de 2.100 millones de fieles,[1] o cerca de un tercio de la población mundial, siendo la religión con más seguidores del mundo.

La palabra "cristianismo" proviene del griego χριστιανός, christianós, cristiano, la cual a su vez proviene del nombre propio Χριστός, Christós, Cristo, traducción del hebreo "Mesías" que significa "Ungido". El origen del término se indica en el libro de Hechos de los Apóstoles:

«Después de esto, Bernabé fue a Tarso a buscar a Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Allí estuvieron con la iglesia un año entero, enseñando a mucha gente. Fue en Antioquía donde por primera vez se les dio a los discípulos el nombre de cristianos»
Hechos 11:25-26.[5


Fe y creencias

El criterio general para basar las creencias se encuentra en sus escritos sagrados, entre los que destaca la Biblia, siendo la única fuente doctrinal válida de muchas denominaciones, en particular las de corriente protestante.

Otra fuente doctrinal importante son los credos, aunque no poseen necesariamente la unicidad de criterios para su aceptación, ya que pueden ser aceptados total o parcialmente, o rechazados en su totalidad, dependiendo de la denominación. Algunas tradiciones cristianas, tales como los bautistas y las Iglesias de Cristo, aceptan estas creencias, pero no el credo mismo, debido a que los credos son considerados en estos grupos como no pertenecientes a las escrituras. Todo lo anterior sucede también con otros escritos aunque no poseen tanta aceptación como la Biblia.

Ya desde los primeros tiempos de difusión de las ideas de Cristo y de las diferentes escuelas que formaron los discípulos suyos al final de su vida y su ministerio históricos, biográficos y humanos,[6] surgieron diferencias muy significativas respecto del papel e importancia de Cristo, de su rol redentor, de su naturaleza, y de su posterior deificación, y de muy numerosas cuestiones doctrinales referentes a su predicación, ideas y enseñanzas, la selección de textos que pudieron haberlas descrito de forma más correcta —el Nuevo Testamento, los llamados Logia (dichos o palabras) de Jesús, o bien, los evangelios y escritos gnósticos y apócrifos—, y la interpretación —textual o contextual— de sus cuerpos de textos sagrados.

De hecho, de los doce que, según el testimonio de dos de los llamados Evangelios canónicos, habrían sido investidos como apóstoles de forma original, sólo cinco de ellos dejaron documentos que fueron admitidos en el Canon del Nuevo Testamento, el resto de los doce —incluyendo a Judas Iscariote—, y algunos de los cinco ya antes mencionados, pasaron a la historia como autores de documentos gnósticos, que, al paso de los siglos, dejaron de ser vistos como textos sagrados, llegando a ser tenidos por apócrifos.

Debe tenerse en cuenta que el nombre de cristianos ha sido compartido desde entonces, a través de los siglos, y no siempre de formas muy armónicas, por grupos numerosos de creyentes, cada cual, a su vez, llegó a desconocer como cristianos a grupos con posturas dogmáticas concretas distintas de las propias (de las de ese mismo grupo en especial). Dicho de otra forma, el nombre de cristianos es el nombre común de grupos tan distintos entre sí como los gnósticos, arrianos, cristianos ortodoxos adherentes al dogma calcedonio, cristianos ortodoxos divergentes del dogma calcedonio, católicos romanos, cátaros o albigenses, templarios y masones, angloepiscopalianos, grupos preprotestantes, protestantes y paraprotestantes de todas las tendencias, y otros tipos de grupos que reflejan posturas dogmáticas concretas bastante más disímiles.

A través de los siglos, todos estos distintos grupos confesionales, o al menos doctrinales, reivindican a Cristo como su Maestro, y no pocos de ellos como su Líder, Rey, Señor o Dios, y algunos, así mismo, como su Redentor o Salvador, acogiendo con gusto y proverbial cariño todas sus enseñanzas —o cuerpos doctrinales que en su nombre les fueron entregadas—, y dando testimonio de estos hechos de múltiples maneras, que incluyen el dejarse privar de la existencia antes que renegar de su adhesión a él.

Aunque existen enormes diferencias en las creencias de aquellos que se identifican como cristianos, aun así es posible plantear afirmaciones generales las que describen las creencias de una gran mayoría, entre las que destacan:

* Jesucristo es el Mesías (o Cristo) descrito en el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Las corrientes principales del cristianismo aseguran que es completamente Dios (o divino) y completamente humano: dos naturalezas en una persona.

* La Trinidad, esto es, que Dios es un ser único y eterno que existe como tres personas eternas, distintas e indivisibles: Padre, Hijo (Logos divino, encarnado en la persona de Jesucristo), y el Espíritu Santo.

* La salvación, mediante conversión,[7] perdón de los pecados, y la victoria sobre todas las consecuencias del pecado. Esta salvación es otorgada por la gracia de Dios y fue conseguida por Jesucristo en su crucifixión y su posterior resurrección, mediante la cual se obtiene la vida eterna. La rama teológica que estudia el como sucede esto se denomina soteriología.

* La ascensión de Jesucristo al cielo, la instauración del Reino de Dios o del señorío de Jesucristo y su Segunda Venida.

* La "Resurrección General", en la cual las personas que han vivido se levantarán de la muerte al final del tiempo, para ser juzgadas por Jesucristo.

No todos los cristianos han aceptado completamente estos estatutos de fe. De hecho, la mayor parte de los credos apuntan a diferenciar ciertas creencias de otros cristianos primitivos, los cuales son tomados usualmente como heréticos, ya que representan una divergencia consciente de la corriente principal del cristianismo. La mayoría de las disputas se centran en la divinidad de Jesús, la Trinidad, o ambos. Ejemplos de esto incluyen a los grupos ebionitas, los cuales niegan la divinidad de Jesús, así como los grupos docetistas, que niegan que Cristo haya sido humano, o los arrianos, quienes rebaten que el Padre y el Hijo sean "un ser".


Escrituras

Existe dentro del cristianismo una agrupación de libros en lo que se conoce como Biblia, que contiene texto sagrado para su consideración y obediencia. Las distintas denominaciones cristianas varían en cuanto a la forma de traducción e interpretación de dichas escrituras.
Textos

Virtualmente todas las iglesias cristianas aceptan la autoridad de la Biblia, lo cual incluye el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, si bien el canon bíblico, o libros que se incluyen, difieren entre las diferentes denominaciones, como es el caso del Antiguo Testamento.

Las distintas iglesias cristianas ortodoxas, así como distintas iglesias orientales de dogma nestoriano y eutiquiano, y la iglesia católica latina occidental, incluyen en sus Biblias otros libros llamados los deuterocanónicos, que las comunidades cristianas primitivas habían recibido en la Biblia Septuaginta, bastante más extensa que el Tanaj judío hebreo-arameo, de las comunidades israelitas de habla griega de todo el Mundo Clásico.

Debido a la ignorancia de algunos de los padres de la iglesia de esta transferencia cultural, la iglesia occidental mantuvo una postura bastante reservada hacia estos escritos, los deuterocanónicos, durante muchos Siglos. Durante la Reforma protestante del Siglo XVI, Lutero decidió que no eran inspirados, y retomó el Tanaj como su fundamento para el canon del Antiguo Testamento. En medio del debate suscitado, la iglesia occidental optó por recibirlos finalmente como parte del canon.

Las distintas iglesias cristianas ortodoxas, nestorianas de Oriente y eutiquianas de África, no participaron del debate: conocían más de cerca el origen de los libros, sabían perfectamente lo que habían recibido, y no necesitaron pronunciarse. El canon de sus Biblias es bastante más amplio que el canon de la iglesia latina occidental, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el Libro III de los Macabeos. (Además de éstos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, así mismo, en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia.)

Cada grupo cristiano suele llamar apócrifos a todos los escritos no incluidos en su versión del canon, si bien las diferentes confesiones dentro del cristianismo coinciden en el uso de este término para hacer referencia a los textos excluidos del canon de las Biblias cristianas ortodoxas. Solamente la iglesia latina, y algunos protestantes respetuosos, llaman deuterocanónicos a los libros católicos ausentes de las Biblias protestantes. Las iglesias de Oriente rechazan de manera terminante el uso occidental de distinguir los libros propios del canon amplio, de los protocanónicos comunes a todos los cristianos.

Algunos grupos cristianos también han generado escrituras adicionales y son consideradas como escritura "inspirada". Ejemplos muy conocidos incluyen el Libro de Mormón, que declara ser otro Testamento de Jesucristo, Doctrina y Convenios, y la Perla del Gran Precio empleados por los mormones; o las escrituras de la fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy.

Otros, como los Testigos de Jehová, han producido sus propias traducciones de la Biblia en los que se asegura que son la única traducción totalmente confiable. Esta elevación de otras escrituras al mismo nivel de las escrituras aceptadas es la mayor causa de disputas entre estos grupos y las principales corrientes cristianas. Se podría esperar que los luteranos y los calvinistas considerasen las interpretaciones de Lutero y Calvino respectivamente con similar reverencia, pero no es así; de hecho la mayoría de los teólogos católicos y protestantes están de acuerdo que no son de ninguna forma "inspirados".

El grado de sacralidad de los textos bíblicos varía entre las distintas denominaciones. En el catolicismo y la iglesia ortodoxa, el texto suele ser considerado per se digno de algún grado de culto, y es llevado en procesión y colocado en altares o lugares dignificados. En el protestantismo, el texto carece de este tipo de valoración y sólo es tomado en cuenta, en forma independiente al libro físico, el contenido de las escrituras y su interpretación.


Interpretación

Entre las distintas denominaciones cristianas no existe consenso en la interpretación de la Biblia, lo cual ha sido la principal causa de las divisiones históricas y presentes en la doctrina y práctica cristiana. La posición más extrema en cuanto a la literalidad y conservacionismo del contenido de la Biblia cristiana se ha denominado "fundamentalismo cristiano" y se asocia principalmente al protestantismo. Esto tiene relación a uno de los principios de la Reforma, que es la sola scriptura de acuerdo a lo cual, se ve a la Biblia como la única y final fuente de fe y doctrinas y asume que cualquier creyente cristiano es capaz de interpretarla.

Católicos, ortodoxos y algunos anglicanos consideran a la Biblia como una fase formativa de la tradición de la iglesia, la cual ha sido continuada mediante decisiones de los concilios ecuménicos, las escrituras de los Padres de la Iglesia y, en el caso del catolicismo, por declaraciones papales.

Una de las causas de las diferencias en las interpretaciones radica en la precisión con la que se han traducido los textos de los originales y se ha transmitido su sentido, con las consideraciones etimológicas y lingüísticas que corresponden.

Debido a esto, existen en el mundo numerosas traducciones de la Biblia, cuyo sentido, muchas veces, carece de la fiabilidad requerida y varía su sentido, hasta el punto de generar controversias doctrinales o de aplicabilidad entre quienes las interpretan.


La vida después de la muerte

Las visiones de los cristianos de la vida después de la muerte generalmente involucran el Cielo (también llamado Paraíso) y el Infierno. El catolicismo, desde los primeros siglos cree en un lugar intermedio llamado Purgatorio. A excepción de este último (cuyos habitantes entrarán finalmente al Cielo, después de una "purificación"), la permanencia en estas regiones es usualmente asumida como eterna. Hay, sin embargo, algunos debates en este último punto, por ejemplo entre los ortodoxos.

Muchos cristianos interpretan la "salvación" como la capacidad de entrar al Cielo (y escapar del Infierno) después de la muerte, aunque algunos teólogos han lamentado esta tendencia. La pregunta de "quién es salvo" ha sido considerada como un misterio por muchos teólogos, aunque los protestantes lo consideran como un tema de aceptación de Jesús como único Señor y Salvador, rasgo que es sólo la expresión de un hecho consumado para los predestinacionistas, como los calvinistas. La creencia de que todos serán o pueden ser salvos se conoce como universalismo que deriva de la idea de Apocatástasis aceptada entre otros por los ortodoxos griegos.

Generalmente no está claro cómo la vida después de la muerte se ajusta con la doctrina de la Resurrección General, en cuestiones como, por ejemplo, si la vida eterna comienza inmediatamente después de la muerte, o al final del tiempo; y si esta vida después de la muerte involucrará la resurrección de un cuerpo físico o en una forma espiritual glorificada. La mayoría de los cristianos aseguran que un alma sin conciencia sobrevive a la muerte física del cuerpo, aunque otros, rechazan esto diciendo que solamente los buenos serán físicamente "resucitados", mientras que los otros permanecerán en la tumba.

En cambio, algunos grupos, como los Adventistas del Séptimo Día, y los denominados Testigos de Jehová, aseguran que los muertos están inconscientes e impotentes en sus sepulcros, que no existe nada que sobreviva a la muerte del cuerpo físico, y que en la resurrección Dios devolverá la vida a quienes Él tenga en su memoria, tanto personas justas como injustas. Por lo tanto, lo que creen los Testigos es que la resurrección significará una reconstrucción completa de los seres humanos fallecidos que están durmiendo en el sueño de la muerte.

Algunas denominaciones cristianas, tratadas como apóstatas por las más numerosas o representativas corrientes existentes dentro del cristianismo, han promovido la creencia en la reencarnación (principalmente el Nuevo Pensamiento e iglesias de la Nueva Era) o espíritus (muchas iglesias espiritistas se identifican a sí mismas como cristianas). Estos grupos normalmente aseguran que tales doctrinas se pueden encontrar en la Biblia o en la tradición cristiana primitiva.


El fin del mundo

El Credo Niceno afirma que este mundo algún día llegará a su fin, cuando Cristo regresará (véase Segunda Venida) para juzgar a los vivos y a los muertos e inaugurar un cielo nuevo y una tierra nueva. Además de esta importante doctrina, los cristianos mantienen diferentes opiniones del tiempo, significado y naturaleza de los eventos que preceden el retorno de Cristo. Varias interpretaciones escatológicas como el Futurismo, añaden detalles como el reinado del Anticristo, el Armagedón, el Rapto, y el Milenio. Aunque son de mucha importancia para ciertos grupos, la mayoría de los cristianos y las denominaciones cristianas no le dan un gran énfasis a las enseñanzas escatológicas enfocándose en el Evangelio y las enseñanzas de Cristo. Algunos cristianos esperan que estos eventos ocurran en un futuro muy distante, mientras otros lo interpretan de manera simbólica.

Otros insisten que el Juicio Final es inminente, siguiendo una antigua línea de pensamiento el cual posiblemente se extiende a Jesús mismo. Aunque Jesús no dijo el "día o la hora" otros han intentado predecir el fin del mundo en el año 1000 (la "Larga Noche de Terror"), 1666, 1844 (la Gran Decepción de la historia del movimiento millerita), 2000 y 2001 por nombrar algunos episodios históricos.

Tales expectativas son fácil blanco para el humor (por ejemplo, El cuento del molinero de los Cuentos de Canterbury). Aun así, los principales grupos cristianos todavía afirman que algún día, el Juicio Final vendrá, y muchos no estarán preparados.

Algunos grupos sostienen que todos estos eventos ya están ocurriendo. Los Testigos de Jehová afirman que "los últimos días" referidos en la Biblia comenzaron en 1914, y que Cristo se encuentra gobernando de manera "invisible" desde esta fecha. La Iglesia de la Unificación enseña que Cristo ha retornado en la persona de su fundador, Sun Myung Moon, a quién llaman el Señor de la segunda venida.


Prácticas

En líneas generales, Jesucristo es para los cristianos el Hijo de Dios, por lo que sus prácticas se orientan hacia su relación con Dios, de la cual se desprenden sus actividades típicas.

Dentro de las prácticas ortodoxas y católicas, destacan especialmente siete sacramentos:

* Bautismo, signo iniciático de introducción al cristianismo. (Bautismo en el Jordán por Juan Bautista);

* Confirmación, signo que ratifica la fe en Jesucristo;

* Eucaristía, signo litúrgico de la iglesia católica. (Última Cena);

* Penitencia, signo de perdón, arrepentimiento de los pecados;

* Orden Sacerdotal, por el que se inician los sacerdotes. (Lavatorio de pies);

* Matrimonio, celebración de la unión de un hombre y una mujer ante Dios y la comunidad; y

* Unción de los enfermos, signo de asistencia al enfermo.

Las diversas denominaciones surgidas tras la Reforma Protestante reconocen mucho menos de siete de estos en número variable; en general, los protestantes reconocen la naturaleza sacramental del bautismo y la Santa Cena (Eucaristía) y los de línea calvinista reconocen la profesión de fe equivalente a la Confirmación de los católicos, pero sólo cuando la persona ya es totalmente consciente de su salvación (actitud que también ha ido ganando aceptación entre varios grupos católicos). Grupos anabaptistas y hermandades añaden la inmersión.

Pentecostales y grupos carismáticos enfatizan los "dones del Espíritu" tales como la sanidad espiritual, profecía, exorcismo, hablar en lenguas, o (muy ocasionalmente) manejo de serpientes.

Los cuáqueros niegan por completo el concepto de sacramento, pero sus "testimonios" de paz, integridad, uniformidad, y sencillez pueden ser mencionados como equivalentes funcionales.

En general, la línea principal protestante tiende a ver a los rituales más una conmemoración que un misterio. Su concepto de prácticas cristianas incluye actos de piedad personal como la oración, lectura de la Biblia, y un intento de vivir de una forma moralmente correcta. Una profunda tradición dice que es imposible para la gente el reformarse por sí misma, pero que ese progreso sólo puede ocurrir con la gracia de Dios.

Los Bautistas reconocen el bautismo (por inmersión y solo a creyentes) y la cena del Señor como dos ordenanzas de Cristo para la Iglesia, mas no como sacramentos; por lo tanto los consideran no necesarios para la salvación


Continuará...

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