lunes, marzo 29, 2010

Semana Santa Cristiana

¿Qué significa la semana Santa Cristiana?

Es la recordación de el momento mas crucial en la vida de nuestro Señor Jesucristo, donde humildemente permitió entregar su vida para que fuésemos salvos por el. En el libro del profeta Isaías nos describe en el capitulo 53 la manera contundente en que entrego su vida. Pero también el momento mas glorioso de su resurrección.

Estar en paz con dios y recordar el porque vino y murió por nosotros para salvarnos, para salvar nuestra alma y alejarnos del odio, de la violencia y para que aprendamos que debemos de amar al prójimo , por eso recordamos estos días que fueron los últimos de Jesús y todo lo que vivió las lagrimas de sangre que tuvo que sufrir por nuestra culpa y para que nos diéramos cuenta lo mal que estábamos, pero parece que a mas de dos mil años de su llegada y enseñanzas todavía no hemos comprendido el mensaje real y verdadero que es el amor y la paz en los hombres y muchos de nosotros tampoco hemos entendido que la semana santa es eso SANTA , aunque muchos creamos que SANTA significa vacaciones, playa y sol, cervezas y bacanal, es una lastima que muchas personas crean que eso es Semana Santa, deberíamos reaprender su significado cristiano mas que mundano.


Recordar algunos aspectos de la Pascua Judía puede esclarecer la comprensión de la Pascua Cristiana. El pueblo hebreo celebra las Pascuas en conmemoración de la víspera del éxodo de la opresión egipcia en busca de la Tierra Prometida por Dios a Abraham. Para los cristianos, la Pascua es el paso de Cristo de la muerte a la vida y es la más importante de las fiestas cristianas.

El domingo anterior a la Pascua Judía, Jesús llega a Jerusalén para celebrar esta fiesta con sus discípulos. Al llegar es recibido como Mesías pero, a la semana, es condenado a muerte y crucificado. Se consuman así la redención del pecado y la victoria sobre la muerte. En la Semana Santa se recuerda la entrada triunfal a Jerusalén, la Última Cena, la Crucifixión y la Resurrección de Cristo. Durante el Triduo Pascual (jueves, viernes y sábado) se realizan las celebraciones centrales de Semana Santa.


Jueves Santo

El Jueves Santo es una especie de "profecía" de la Pascua. En el Monte de los Olivos Jesús vive, concientemente y de manera anticipada, su Pasión y su Muerte. Este día se bendice el Santo Crisma, que se utilizará hasta el siguiente Jueves Santo. También se realiza la Misa de la Cena del Señor, en la que se recuerda la Última Cena que Jesús tuvo con sus amigos, los apóstoles. La Última Cena puede interpretarse como la instauración de la Misa.


Viernes Santo

Éste es un día de silencio, pues se recuerda la Crucifixión de Cristo y es, por eso, el único día del año en que no se realiza misa. En su lugar se hace una celebración en la que se recuerda la Pasión del Señor, se reza por la salvación de todo el mundo y se adora la cruz. Una de las tradiciones populares que ha tomado mucha fuerza en la celebración del Viernes Santo es la representación en vivo del Via Crucis.


Sábado Santo

El sábado por la noche se celebra la Solemne Vigilia Pascual o la Misa de Gloria. Es el punto final del Triduo Pascual. Cuando llega el momento de rezar la oración de Gloria se hacen repicar las campanas para anunciar a todo el mundo que Cristo resucitó. Según una antiquísima tradición los fieles cristianos encienden velas simbolizando la invitación de Cristo a su mesa.


Domingo de Pascua

El domingo es el día más importante del año litúrgico: se celebra la Resurrección de Cristo. La Resurrección es el fundamento de la fe en Jesús, ya que en ella se basa la esperanza de la salvación del mundo. La iglesia entera festeja el triunfo de Cristo sobre el pecado y es por ello que todas las iglesias se embellecen de flores y reúnen a toda la comunidad cristiana.

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sábado, marzo 27, 2010

Reflexión

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La Iglesia latinoamericana en el presente


La iglesia cristiana en este continente está experimentando un notable crecimiento. Nunca llueve a gusto de todos, pero crecimiento hay. Por décadas santos hombres de Dios oraron por esto, y por fin Dios ha comenzado a darlo. Algunas zonas están quietas, pero en otras el despertar es notable.

El avance ha traído un entusiasmo tal que muchos olvidan lo que por años Dios les mostró en su Palabra, aceptando o permitiendo deslices bíblicos y éticos. Un reconocido pastor y líder latinoamericano me dijo: «Este es un tiempo de cosecha, yo ahora no pregunto mucho. Después, cuando todo se aquiete, vendrá el tiempo de enseñar mejor las cosas».

¿Qué nos llamen locos?, la profecía divina ya lo ha predicho. ¿Que los marxistas digan que nos dejamos lavar el cerebro por los extranjeros?, ese es un argumento tan enclenque que se derrumba con sólo preguntarles de dónde sacaron ellos las doctrinas socialistas. ¿Que hablen de las millonarias cuentas bancarias?, no sé si es necesario señalar la forma tergiversada en que usan los números.

Pero el Señor dijo que nos preocupáramos cuando el mundo nos acusara mintiendo. Si nos llaman «locos» porque nuestra forma de pensar es irracional para el hombre natural es una cosa, pero si lo hacen porque «nos comportamos como locos» es otra. Si las cuentas bancarias son millonarias, ¡Gloria a Dios!, pero si lo son a costo de rogar y clamar a la audiencia para que ofrenden y aun pedirlas de tal forma que pueda llegar a suponerse una relación directa entre la ofrenda y la bendición a recibir, pues entonces se nos está mezclando la hacienda. Más aun cuando los «gastos» comienzan a ser cuestionables.

La iglesia norteamericana está sufriendo (¡qué decir del corazón de Dios!) porque algunas áreas crecieron mal. La iglesia latinoamericana está creciendo y desarrollándose, y de cómo sea conducido y orientado ese crecimiento, así será su futuro. Para gloria o para hecatombe.


¿Qué pasó, realmente?


• UN FIN DE SEMANA. En diciembre de 1980, el famoso predicador Jim Bakker, presidente de la Cadena Praise The Lord (PTL – En América Latina, Para Todo Latino) tiene un encuentro íntimo con una señorita llamada Jessica Hann (entonces ella tenía 21 años), encuentro que, por otro lado, es facilitado por un amigo de Bakker, el ex-pastor Fletcher, a quien se le había separado del ministerio por alcohólico.

Jim Bakker (47), junto a su esposa Tammy, han ganado amplia notoriedad en la televisión norteamericana con sus programas que llegan a 13,5 millones de hogares (TIME). Este predicador es quien, junto a Pat Robertson, funda en 1965 el Club 700.

Pasado un tiempo de aquel adulterino encuentro, Jessica Hann inicia demandas judiciales contra Bakker por sentirse «usada» como un mero objeto sexual. Los directivos del PTL arreglan un pago de más de 100.000 dólares a la Hann, a fin de que el «affaire» no fuese divulgado. Debido a que la mentira tiene «patas cortas» y a pesar de los dólares invertidos, la noticia llega a oídos de Jimmy Swaggart, quien no permanece callado.


• POR UN PUÑADO DE DÓLARES.

Así tituló un semanario la nota sobre Oral Robert (69), quien es otro predicador de televisión presidente de la universidad que lleva su nombre (4.500 estudiantes) y de un emporio que cuenta, entre otras cosas, con un gran hospital en Tulsa, Oklahoma, que costó 250 millones de dólares.

Hace pocos meses atrás, Oral Robert publica su última y detonante profecía: Dios le reveló que el 31 de marzo del corriente año terminaría su vida aquí en la tierra, a menos que los seguidores de sus programas le ofrendaran 4 millones y medio de dólares extras para necesidades especiales de sus empresas. (Según sus propios términos, Dios se lo llevaría con Él a menos que la gente ofrendara lo estipulado. «Sólo estoy pidiendo que me ayuden a extender mi vida», dijo Robert).

Es allí donde él comienza a rogar que sus seguidores le ofrenden esa cantidad, aparte de los millones de dólares que recolecta normalmente.

Una semana antes de expirar el «plazo profético», y faltando 1.300.000 dólares para reunir la suma total, un dueño de pistas de carreras de perros ofrenda, con las ganancias del juego y las apuestas de su negocio, todo lo necesario para que el ministro continúe su obra en la tierra.


• A partir de los sucesos mencionados, surgen acusaciones desde varios sectores de la iglesia evangélica norteamericana sumándose a los seculares, ocasionándose así un «río revuelto» del que salen a conocimiento público acusaciones desde y hacia todas direcciones de la llamada «iglesia electrónica» (mote de la prensa secular para los programas evangélicos de televisión). Nombres como los de Jimmy Swaggart, Pat Robertson, Jim Bakker, Marvin Gorman, Jerry Falwell, Oral Robert y otros más se ven envueltos en dimes y diretes públicos, donde todo el país participa.


Muchos asuntos del comportamiento de estos hombres y sus instituciones que antes habían resultado dudosas, aun para los cristianos (gastos fastuosos con simultáneas declaraciones de bancarrotas, manipulación social, sospechas éticas, actitudes no claras, asociaciones cuestionables, etc.), no salen a la luz sino hasta que todo el escándalo está en marcha.

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viernes, marzo 26, 2010

¿porqué no llamarles la atención?

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Un Serio llamado de atención



Para todos: Porque «el que piensa estar firme, mire que no caiga (1Co 10.12). Porque todos sabemos cuán fácil es deslizarse del camino correcto.

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Para quienes somos responsables en traer, aceptar y difundir programas importados: Es saludable que, como iglesia del Santo, analicemos a quién traemos. ¿Cómo es en su propio país? Hay predicadores que preseleccionan muy bien los programas que difundirán en América Latina. Cuando se aprecia a dichos predicadores en su país de origen se pueden ver actitudes, conceptos, formas y mensajes que han sido excluidos en la programación para nuestros países. La cuidada postura y el mesurado lenguaje de una grabación han llegado a desaparecer en más de una entrevista con preguntas «molestas»; o predicadores sumamente ocupados de los problemas celestiales no son mostrados, en el Tercer Mundo, cuando piden ayuda económica para «Los Contras» nicaragüenses.

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Es bueno tener en cuenta el contexto, pero ¿qué hacer con los periodistas latinos que visitan los EE.UU. y ven esos programas sin el «filtro» con que se muestran en el sur? Ellos vuelven y cuentan. Estamos en un siglo donde las comunicaciones lo muestran todo, a la corta o a la larga.

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Las iglesias y agencias paraeclesiásticas del Tercer Mundo pueden entusiasmarse rápidamente en asimilar y difundir un programa foráneo por el hecho de que viene sin costo. Con pena, se suele comprobar que «la factura» viene después y no en pesos o dólares sino en derrotas, vergüenza y descrédito.

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Para los que tratan de imitar formas y administraciones de los exitosos: Muchas veces se ha escuchado decir que tal o cual forma o metodología (tales como destacar mucho el nombre de una persona clave, difundir mucho su fotografía, crear efectos especiales en las presentaciones de los protagonistas, las sugestivas cortinas y fondos musicales de ciertos programas, etc.) es especial «para el público latino», porque «eso es lo que los análisis demuestran».

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Todo lo que estos hombres, protagonistas de los mencionados escándalos, estructuraron como cosas accesorias (escenografías, ambientes, decorados, conceptos de publicidad, etc.) son las puertas para las críticas más profundas. Lo que al principio aparentemente ayudaba a «mejorar el ministerio», ha terminado siendo lo que contribuyó a hundirlo.

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El trabajo del Señor es digno de ser muy bien presentado, animoso y atractivo, pero apelando a lo correcto y no a lo que es fácilmente asociable a lo corrupto, a lo banal.

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A los que se enteran y no hablan: Dios deja ver estas «irregularidades» mucho antes de que «la olla se destape». Dios provee información, no la escatima. El envía «señales» o avisos. Si Dios permite que uno de sus hijos (o algunos) corrobore algo malo en un hombre de influencia y ese cristiano queda callado dejando que otros puedan ser mal influenciados o caer en el error, entonces ha sido cortada la provisión de Dios para sanar la infección. Muchas veces el Señor ha provisto información de lo que realmente ocurría y esa información no fue usada correctamente.

En el caso Bakker, por ejemplo, él no era el único implicado en tapar el pecado y sobornar para que «no se hablase»; otros dirigentes de su denominación también se asociaron en ese camino. Tapar el mal no constituye ningún ejercicio de misericordia para con los demás. Cuando se pinta sobre el óxido no puede esperarse buena presencia por largo tiempo.

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En la interpretación de la prensa: La prensa secular bien sirve a los propósitos de las tinieblas. La iglesia debe analizar bien lo que la prensa dice. No la debe desdeñar, pero sí tener en cuenta que muchos periodistas seculares hacen ligeros comentarios sin entender el meollo de la situación, asumiendo conclusiones engañosas que rápidamente ganan estado público. Dije que en este último escándalo norteño hay mucho de verdad, pero debemos tener presente que el diablo siempre «añade» lo suyo.

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A mantener las cuentas claras: Si algo sugestivo hay en toda organización humana es el dinero y el uso que de él se haga. En Estados Unidos, y a raíz de otros problemas parecidos al actual, muchas organizaciones cristianas se unieron en 1979 formando el Evangelical Council for Financial Accountability (ECFA – Consejo Evangélico para la Contabilidad Financiera), un consejo auditor que revisa las finanzas de las organizaciones miembros, para certificar un adecuado y santo manejo del dinero, además de ofrecer acertado asesoramiento técnico. Los asociados a la ECFA, a principios de ’87, sumaban 339 entidades. Es llamativo que los envueltos en este lamentable suceso no han querido que sus números fueran verificados por la EFCA. Eso, entre otras cosas, los habría obligado a dar cuentas claras a cualquier donante que lo hubiera solicitado. Los manejos dudosos sobre los que se ha acusado a estas organizaciones no siempre provienen de malversación intencional sino que otras veces se incurre en errores de procedimiento que, a los observadores, parecen intencionales.

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Cuando alguien no está dispuesto a que sus pasos sean verificados o aceptar el sabio consejo de los expertos, pues eso sólo ya es un llamado de atención.

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A medir nuestra reacción: Cuando Saúl cayó, David no se regodeó con su derrota y muerte, sino que lloró amargamente porque «un grande de Israel había caído», aunque fuera enemigo personal y desobediente a Dios.

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Uno de nosotros ha caído, un colega. En nuestro corazón debe haber tristeza y no sólo por lo que ha ocurrido con el nombre del Señor sino también porque un hermano cayó en el lazo del enemigo.

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miércoles, marzo 24, 2010

El descrédito de la Iglesia

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Cuando la iglesia bebe el descrédito sobrevenido por su pecado interno, no por la mala interpretación de sus acciones, es porque ella misma no se ha limpiado debidamente. Consentir el pecado se suele comprobarse con «la factura» que viene después en derrotas y vergüenza.


Si los que viven en santidad y el conocimiento de lo que Dios espera de su iglesia no se esmeran en mantener la casa en orden y santidad, entonces serán abochornados por aquéllos que no lo son. De esta forma resumía un pastor la mayor enseñanza que él había extraído del escándalo planteado en medio de los evangelistas de la televisión norteamericana.

Como en muchas otras ocasiones, la iglesia evangélica latinoamericana ha sido la última en enterarse. Varios renombrados evangelistas de la televisión estadounidense fueron pillados por la prensa en escándalos morales, intrigas financieras y mutuas acusaciones.

Lo que ha pasado en Estados Unidos no es mera invención de la prensa sino que están hablando de algo que es verdadero, algo que ocurrió. Sabemos que los medios masivos seculares bien sirven a los fines del diablo, pero en esta ocasión el «padre de mentira» no ha necesitado esforzarse demasiado.

La iglesia está bebiendo el descrédito sobrevenido por su pecado interno, no por la mala interpretación de sus acciones. Estas son cosas que la iglesia no ha limpiado debidamente. Si dejamos un clavo en la pared, el diablo cuelga un cuadro.

Cuando un cristiano latinoamericano cualquiera lee los informes y las notas periodísticas publicadas en su país y en los medios más importantes de Latinoamérica y el mundo, comienza a percibir, por un lado, que no es «un mal paso» dado por algunos hombres de Dios, sino un mal caminar desde hace ya tiempo.

No ha sido «un» error, sino un camino errado. Por otro lado, experimenta el amargo gusto del mal testimonio ganado gratuitamente por el descuido de estas «estrellas». El pastor de batalla, que ha logrado avanzar cinco kilómetros en el testimonio en su comunidad, se encuentra con que, de la noche a la mañana, le han hecho retroceder tres de esos preciosos y difíciles kilómetros ganados.




AQUELLOS PRIMEROS AÑOS EN PALESTINA


Volviendo a las descripciones del Nuevo Testamento y a sus relatos, recreamos las imágenes sobre cómo era el Señor Jesús, sus formas y posturas, cómo se conducía con sus discípulos y con quienes lo seguían. Podemos también recordar a Pedro y Juan, a Bernabé y Pablo tratando de permanecer en la simpleza del cristianismo cuando se intentaba hacerlos entrar en el camino de la fama y la relevancia personal. ¿Cuál es la razón por la cual no ha sido eso lo que se ha multiplicado entre los renombrados líderes actuales?

¿Por qué somos tan implacables con el Papa y su corte vaticana referente al modo en que viven y, en cambio, es permisivo que un predicador evangélico tenga, entre otras cosas, canillas (grifos) bañados en oro en su casa? ¿Por qué criticamos el sillón de oro o la púrpura alfombra que usan los sacerdotes de algunas confesiones mientras buscamos el mejor hotel del país para hospedar al predicador que nosotros traemos a nuestra campaña?



FALACIAS DEL PEREZOSO


La iglesia se indigna cada vez que estos escándalos ocurren, pero muchas veces, la misma iglesia que ahora se siente avergonzada podría haberlo previsto si tan sólo hubiese prestado atención.

Como hablábamos días atrás con un colega, tres son las trampas más comunes en que muchos cristianos, incluso iglesias enteras, han caído.

En primer lugar, la letra impresa: «Si está escrito, es verdad». Muchos toman como verdades todo aquello que aparece impreso en libros o revistas. Eso es una gran trampa, porque muchas veces se escriben cosas que son engañosas. Que alguien grande lo haya dicho y aun salga impreso no es por ello ninguna garantía de verdad.

Segundo: «Si lo sentí, fue del Espíritu», dejando la puerta abierta para que cualquier cosa que haya pasado por el nivel sentimental sea por ello incuestionable.

Tercero: «Si junta mucha gente, es de Dios», ignorando de esta forma que también el reverendo Moon junta muchos fieles en su «Iglesia Cristiana Mundial de Unificación», que Jim Jones llevó a muchos al suicidio colectivo y «en nombre de Dios», que cada presentación pública del Papa atrae a multitudes, que millones se acercan semanalmente a los «pai» y a las «mai» de las religiones afrobrasileñas espiritistas, donde el nombre de Jesucristo suele mencionarse a menudo.


Esas trampas no son más que falacias del perezoso, de aquel que no quiere imitar a «los nobles oyentes de Berea» (Hch. 17.11). Son verdades asumidas por quien, por pereza, prefiere la resolución fácil de los problemas, aunque ello conlleve el riesgo de quedar preso en un engaño.

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lunes, marzo 22, 2010

Los Divisionarios III

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Tercera Parte

El apóstol Pablo enseña acerca de todos aquellos que siguen el mal ejemplo de Balaam; el que usaba el poder y conocimiento de Dios para su propio enriquecimiento:

“Si alguno enseña otra cosa y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, discusiones necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia. Apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento, porque nada hemos traído a este mundo y, sin duda, nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos; pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron atormentados con muchos dolores” (1 Timoteo 6: 3-10)

Queda claro pues que, los divisionarios aludidos por Judas en su epístola, tienen también connotaciones similares o idénticas a los mencionados por Pablo, según el ejemplo del propio Balaam.

Para más abundamiento, leemos lo siguiente en Apocalipsis 2: 14;

“…tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación”
Aquí vemos también que lo que produce la obra de los que quieren lucrarse con el Evangelio a modo de Balaam, es tropiezo para el pueblo de Dios.


Vemos aquí que: el divisionario, es amador del dinero.

“Raíz de todos los males es el AMOR al dinero”

b) El ejemplo del apóstol Pablo
El ejemplo contrario al espíritu de Balaam, es el del propio apóstol Pablo, el cual exclamó: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo…” (Filipenses 3: 7, 8)

C) La contradicción de Coré

“11¡Ay de ellos!, porque han seguido el camino de Caín, se lanzaron por lucro en el error de Balaam y perecieron en la contradicción de Coré”:
Aquí Judas nos sigue hablando acerca de los divisionarios, es decir, los causantes de división, y los compara esta vez con la rebelión de los de Coré. La historia se remonta a los tiempos de Israel en el desierto. Veámoslo:
“Coré hijo de Izhar hijo de Coat hijo de Leví, con Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, descendientes de Rubén, tomaron gente y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta hombres de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, miembros del consejo, hombres de renombre. Se juntaron contra Moisés y Aarón, y les dijeron: —¡Basta ya de vosotros! Toda la congregación, todos ellos son santos y en medio de ellos está Jehová. ¿Por qué, pues, os encumbráis vosotros sobre la congregación de Jehová?” (Números 16: 1-3)
Sabemos que a causa de la rebelión abierta por parte de estas gentes que se creían en el derecho de mandar en vez de Moisés y Aarón, Dios hizo que la tierra se abriera y que fueran tragados todos vivos (Nm. 16: 27-35).

Los divisionarios acaban pereciendo también, porque la rebelión lleva a la propia destrucción.
Vemos que, los divisionarios: son en esencia rebeldes.

“La rebeldía – como en el caso del mismo Satanás - es la consecuencia directa de la soberbia y del egoísmo, ese fue el caso de los de Coré, y de miles más de cristianos de nombre a lo largo de la historia de la Iglesia”

c) La lealtad de David

Así como la característica de los de Coré fue la inmensa deslealtad que profesaron contra Moisés, basada en su rebelión, un ejemplo diametralmente contrario lo tenemos en la persona de David, antes de ser rey.

David, a pesar de que Saúl era del todo vendido al mal, nunca levantó ni un dedo contra él, aun y cuando le tenía en su mano. Cuando Abisai, general de David tenía preso a Saúl, le propuso matarlo ahí mismo; no obstante, esta fue la respuesta de David:

“ —No lo mates; porque ¿quién extenderá impunemente su mano contra el ungido de Jehová? Dijo además David:—¡Vive Jehová!, que si Jehová no lo hiriera (sea que le llegue su día y muera, o descienda a la batalla y perezca), guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová” (1 Samuel 26: 9, 10)

David nunca se tomó ninguna atribución para sí mismo, a diferencia de los de Coré.


4. El carácter de los divisionarios

Volviendo a Judas, leemos más descripción, muy minuciosa, sobre los divisionarios:
“12Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos…” (vers.12)
“…nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados” (vers.12)
“fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza…” (vers.13)

“Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” (vers.16)
Estos párrafos nos hablan del carácter de los divisionarios; los que siguen el espíritu de división.

Veámoslo más de cerca:

1. 1. Son egocéntricos: (vers.12) Se apacientan a sí mismos; es decir, buscan su propio provecho y satisfacción a expensas de los demás. Ellos son antes que los demás. Son amadores de los deleites más que de Dios (2 Ti. 3: 4b).

2. 2. No tienen buen fruto: (vers.12) Aunque aparentan ser algo en el Señor, en realidad son sin fruto, como nubes que no transportan agua, o como árboles caducos.

3. 3. Son implacables, intemperantes, iracundos: (vers.13) Judas los compara con las “fieras ondas del mar”. Aunque tienen apariencia de bondad y de benignidad, en un momento dado sacan a flote lo que realmente son cuando algo les contraria.

4. 4. Son murmuradores: (vers.16) Muchos de ellos lo son de forma muy sutil, casi imperceptible, pero dejan el puñal clavado con su lengua.

5. 5. Son querellosos: (vers.16) Nunca dan su brazo a torcer. Siempre han de salirse con la suya y siempre están dispuestos a polemizar. Su rebeldía les lleva a ser así. Son contenciosos por naturaleza.

6. 6. Andan según sus propios deseos: (vers.16). No es el hacer la voluntad de Dios lo que les dirige en la vida, sino el satisfacer sus propias ambiciones, deseos y metas, aun pretendiendo servir a Dios.

7. 7. Hablan cosas infladas: Son muy dogmáticos y arrogantes a la hora de exponer sus razones. Ellos siempre conocen y saben lo mejor y siempre tienen el mejor consejo (a veces pueden disimular con supuesta humildad, guardando las apariencias).

8. 8. Son aduladores: Son manipuladores por excelencia. Saben cómo comportarse y qué decir y cuándo con el fin de sacar de las personas el mejor provecho. Son muy lisonjeros: “…la boca lisonjera hace resbalar”(Prov. 26: 28b). Su lisonja es simple manipulación para sacar algo de las personas a las que lisonjean.

Este es el carácter de los divisionarios.

“Por el fruto se les llega a conocer (Mt. 7: 16)”



5. Los “psikikoi”

“En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. 19Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu” (Judas 18, 19)
La palabra que usa Judas para calificar a los divisionarios es la palabra griega “psikikoi”, que en español la traduce la Reina-Valera por “sensuales”. La traducción literal del griego es esta: “los que son llevados por la mente natural”. Es decir, que son llevados por el alma (la mente y los sentimientos), pero no por el Espíritu Santo.

Ellos quizás llegan a creer que es el Espíritu Santo el que les habla y les dirige, pero no es más que su propia alma carnal e influenciada por demonios religiosos.

Claramente la Palabra nos dice aquí que estos sensuales, es decir, que son guiados por los sentidos naturales, causan divisiones allí donde van.

¡Qué aprendamos a discernir esto, y que cambiemos en nosotros cualquier cosa que se asemeje a alguna de las que hemos estudiado buscando el temor de Dios siempre!


6. Concluyendo

Para huir de todo peligro de ser hallados ante Dios como divisionarios, presentemos en humildad nuestros corazones al Señor para que nos los revele, y los limpie por su Espíritu (S. 51: 10). Con corazones rectos que amen al Señor, nunca llegaremos a ser divisionarios. Que sea el Espíritu Santo, y no otro espíritu, el que dirija nuestras vidas.

Dios les bendiga.


© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Estudio revisado y ampliado en Enero 2010

domingo, marzo 21, 2010

Los Divisionarios II

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Segunda parte


A. Los divisionarios

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”(1 Corintios 3: 16, 17)

El apóstol Pablo – de parte de Dios - hace una clara advertencia a todos aquellos que son divisionarios. ¿Por qué hablaba así Pablo?, porque en la iglesia de los corintios existía ese espíritu de división. Algunos de esos divisionarios lo eran debido a su extrema inmadurez; otros, porque buscaban lo suyo propio. Veámoslo:

a) Los inmaduros y (o) carnales

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3: 1-4)

Los cristianos inmaduros, manifiestan su inmadurez a través de:

* Los celos (envidias)
* Las contiendas (peleas, discusiones, desavenencias)
* Las disensiones (oposición entre varios sujetos, riñas)

Dice Santiago: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3: 13-16)

No son malos a propósito; son inmaduros, carnales, todavía llevados por los patrones de su antigua vida en algún modo. Necesitan dejar atrás su vieja manera de pensar (Romanos 12: 1, 2); necesitan recibir todo el consejo de Dios, y ponerlo en práctica, por lo tanto requieren de amonestación y disciplina, parte intrínseca del amor y la verdad. Necesitan, por tanto, corrección. Necesitan limpiarse de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios (2 Co. 7: 1).


“La inmadurez es propia del joven, porque es joven, pero yo he conocido a lo largo de los años a jóvenes cristianos más maduros que algunos cristianos de años. ¿La razón? Han perseverado en el amor y en el temor de Dios”
b) Los que buscan lo suyo, con la excusa de servir a Dios
“algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros. Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” (1 Corintios 4: 18-21)
¡Qué terrible error es aquel en el que están esos que, en las cosas de Dios, buscan lo suyo propio! ¡Qué terrible contradicción!... ¿Cómo se puede buscar lo que es de Dios, buscando lo de uno?…y no obstante, así es muchas veces.
Es por ese motivo que Dios permite las pruebas, para que sea manifestado lo que hay en el corazón de cada uno de nosotros, de manera que principiando por cada uno, sepamos lo que realmente hay. Así sabremos cuales son los verdaderos motivos en cuanto a nuestro servicio al Señor.

¿Cómo se puede servir a Dios a través de actitudes y motivaciones egoístas? ¡Es una contradicción!
B. La clave para ser un divisionario
“mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3: 13)
Nótese en el contexto, de que Pablo está hablando, no de los incrédulos, sino de los creyentes.
El divisionario que busca lo suyo propio, tiene algo que le puede incluso diferenciar del divisionario que lo es por simple inmadurez: un corazón no recto. Esa es la clave para ser un perfecto divisionario. Obrando así, que no dude que el que engaña (por sus perversos y egoístas motivos), a su vez, es engañado.
¿Por qué engaña si se dice cristiano?, porque tiene un corazón no recto; ¿por qué?, porque busca lo suyo propio, no lo que es del Señor.
Estas son personas que no han rendido de verdad sus vidas al Señor Jesucristo. Al tener un corazón lleno de engaño, son a su vez engañados, e incluso llegan a creer sus propios engaños.
Estas personas serán siempre usadas por el diablo para intentar traer división a la Iglesia, llevadas por el espíritu de división. Ese espíritu, es en realidad la obra conjuntada de un sinfín de demonios especializados, amparados por el corazón del divisionario, con una meta a conseguir: la división en el cuerpo de Cristo.
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3. Caín, Balaam y Coré
“…algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a Dios, el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo… estos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos!, porque han seguido el camino de Caín, se lanzaron por lucro en el error de Balaam y perecieron en la contradicción de Coré” (Judas 4, 10, 11)
Los divisionarios, conscientes o no, buscan el mezclarse con el genuino pueblo de Dios para así poder hacer lo que bulle en sus corazones. Los que siguen al “espíritu de división”, son todos aquellos que son usados por el diablo porque en sus corazones, el diablo ha puesto su semilla, o su inspiración.
Estudiemos acerca de esa semilla de maldad, la cual se diversifica básicamente en tres partes, muy bien definidas en la Palabra. Estas tres partes son la manifestación del corazón y la obra maléfica de tres hombres diferentes que vivieron en diferente época.
A saber: Caín, Balaam y Coré. Veremos que esos divisionarios actúan en las tres o en alguna de las tres maneras mencionadas de proceder con maldad.
“…han seguido el camino de Caín, se lanzaron por lucro en el error de Balaam y perecieron en la contradicción de Coré” (Judas 11)
He aquí al perfecto divisionario, aquel que sigue el camino de Caín; la codicia de Balaam y la rebelión de Coré. Estudiémoslo.
A) El camino de Caín
Judas nos habla de que el divisionario sigue el “camino de Caín”. Ahora bien, Caín no era un incrédulo sino un creyente. La Biblia nos dice que él ofreció su ofrenda a Jehová; por lo tanto esto nos habla de que Caín, no sólo sabía que existía un Dios, sino que, a su manera, lo reconocía. Dice así la Escritura en Génesis 4: 3,
“… Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová”
Aparentemente, Caín, era un hombre creyente que ofrecía sacrificios a Dios. A pesar de ser así, sabemos por la Escritura que su ofrenda no fue acepta: “Y [Jehová] no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda…” (Génesis 4: 5).
No sólo no agradó a Jehová la ofrenda de Caín, sino que tampoco le agradó al Señor el propio Caín, no por quién él era, sino por lo que era: soberbio, envidioso, egoísta e iracundo.

“Cuadro que representa a Caín, quien por soberbia, envidia y odio matara a su hermano Abel”
La ofrenda va ligada al oferente
De hecho, a Dios no le agradó la ofrenda porque no le agradó el oferente. ¿Por qué? La respuesta la podemos obtener más adelante en la Palabra. El sujeto aquí no es ya Caín, sino parte del mismo pueblo de Dios:
“¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de grasa de animales gordos; no quiero sangre de bueyes ni de ovejas ni de machos cabríos. ¿Quién pide esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para pisotear mis atrios? 13No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación. Luna nueva, sábado y el convocar asambleas, no lo puedo sufrir. ¡Son iniquidad vuestras fiestas solemnes! 14Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes; me son gravosas y cansado estoy de soportarlas” (Isaías 1: 11-14)
En aquel entonces, gran parte del pueblo de Dios se había vuelto banalmente religioso; es decir, guardaba las formas externas, pero sus corazones estaban llenos de iniquidad.
También Jesús habló así al dirigirse a los escribas y fariseos de su tiempo:
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad” (Mateo 23: 27, 28)
Dios abomina cualquier ofrenda y sacrificio que no parte de un corazón recto y rendido a Su voluntad. Justamente el camino de Caín fue el camino de la iniquidad, camuflado de espiritualidad. En otras palabras: A Dios no se le puede “comprar”.
Vemos aquí que: el divisionario, es religioso vacío y vano.

“La religiosidad vacía es una variedad del egocentrismo, lo cual no deja de ser una extensión más de la idolatría, en este caso hacia uno mismo; de ahí la envidia, la soberbia, y la rabia de Caín hacia el verdadero adorador: Abel”
a) El camino de Abel
La antítesis del camino de Caín es el camino de Abel, su hermano, el cual sí fue del agrado de Dios. Dice la Palabra en Génesis 4: 4 “Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda…”
Contrariamente, la razón por la cual a Dios le agradó la ofrenda de Abel fue porque le agradó Abel. Su corazón era recto ante Él.
B) El amor al lucro de Balaam
“¡Ay de ellos!, porque han seguido el camino de Caín, se lanzaron por lucro en el error de Balaam…”:
Estos divisionarios tienen por lo general otra particularidad; son amantes del dinero, y de lo que se puede conseguir con él. Hoy en día pululan por doquier esos falsos ministros que incitan al pueblo de Dios a “pactar con Dios”, con la excusa de buscar jugosas ofrendas que llevarse - al menos en parte - toda vez que no se puede pactar con Dios.
El ejemplo que aquí la Palabra nos da acerca de un supuesto ministro de Dios que ministraba por dinero, es el de Balaam. ¿Quién fue Balaam?
Balaam es presentado como el falso profeta que hizo caer a Israel en la idolatría. Esto es lo que evoca el nombre de Balaam en el N.T. también.
Lo que movía a Balaam a profetizar en el nombre de Jehová, era sencillamente el amor al lucro. Balaam “ministraba” por dinero; y por dinero llegó a aconsejar a los enemigos de Israel a cómo pervertirles a través de las mujeres lascivas de Moab. Leemos así en Números 31: 16,
“Ellas, por consejo de Balaam, fueron causa de que los hijos de Israel pecaran contra Jehová…”.

“El espíritu de Balaam está sumamente extendido entre muchos de los llamados predicadores de la prosperidad. Algunos se dan cuenta. Otros miran hacia otra parte. Es una de las actuales lacras del evangelio”
Balaam, al no poder emitir juicio de maldición contra Israel, tal y como Balac, rey de Moab quería que hiciese (leer Nm. 22-24), buscó la manera de perjudicar y poner tropiezo al pueblo de Dios con esas mujeres (Nm. 31: 16, Neh. 13: 2), y así ganarse el dinero que le había prometido Balac si lo conseguía. Lo que movía a Balaam a servir a Jehová no era sino el lucro.
Hoy en día está ocurriendo exactamente lo mismo. Estos falsos profetas y apóstoles de la prosperidad – lo busquen o no - incitan al pueblo de Dios que se presta a escucharlos hacia la codicia y la ambición. Son pues piedra de tropiezo y vergüenza para el Evangelio. Ya el apóstol Pedro lo advirtió:
“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras… muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” (2 Pedro 2: 1-3)

El mismo apóstol Pedro habla de los divisionarios presentando el ejemplo de Balaam también, como de un hombre que pretendía ser justo ante Dios y servirle, aunque en realidad, buscaba su propio interés:

“Han dejado el camino recto y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad” (2 Pedro 2: 15) Ese premio era el amor al lucro.


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viernes, marzo 19, 2010

LOS DIVISIONARIOS I

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I Primera parte


“En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu” (Judas 18, 19)

“…que Satanás no saque ventaja alguna sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2: 11)

Este es un estudio que va dirigido hacia el verdadero creyente, en dos direcciones. La primera, en cuanto a discernir y saber más cómo el diablo actúa a través de aquellos que se dicen creyentes pero que, en definitiva, son dirigidos por un espíritu de división. La segunda, a fin de discernir cuánto o nada pudiera haber de esa maldad en la vida del mencionado creyente.

Nos basaremos principalmente en el libro de Judas.

Introducción

De Dios es la unidad del Espíritu en la Iglesia (Ef. 4: 3), la cual debemos con solicitud guardar, lo cual significa: cuidar, proteger, trabajar hacia ella y con ella.

La labor del maligno es la contraria. Muchas veces aprovechando una unidad aparente, basada en lo natural solamente, pretende a través de las personas que se prestan, sea voluntaria o involuntariamente, llegar a conseguir el objetivo contrario al del Espíritu Santo: la destrucción del Cuerpo de Cristo.

Lamentablemente, muchos, a causa de su falta de rectitud de corazón, son usados por el diablo sin darse cuenta realmente de que eso es así.
Discernimiento y sabiduría

Para ayudarnos en nuestra labor de guardadores de la unidad del Espíritu, Dios da a sus hijos el don de discernimiento (1 Co. 12: 10). Discernir significa básicamente separar una cosa de otra para entender lo que es verdad de lo que no lo es, aunque lo parezca. Dice la Palabra: “…el espiritual juzga todas las cosas…nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2: 15, 16).

Discernir en el Espíritu, es siempre la obra de luz o declaración del Espíritu al creyente verdadero. Es el entendimiento de parte de lo Alto que el creyente recibe para hacer algo al respecto.

No obstante, además del discernimiento en sí, el creyente necesitará ser cada más lleno de sabiduría. La verdadera sabiduría es la puesta en marcha del conocimiento según la voluntad de Dios. Es el comprender el cómo, para llevarlo a la práctica.

Si no se tiene esa sabiduría, hay que pedirla. Dice así la Palabra:

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1: 5)


En estos tiempos finales hay que discernir más que nunca

Volviendo a la cuestión del discernimiento: ¿Por qué nos es tan necesario discernir?, porque dados los tiempos, cuando más nos acercamos al final de esta dispensación, el enemigo trabaja más con el fin de “engañar si fuere posible aun a los escogidos” (Mateo 24: 24)

Dice Judas: “Vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos” (Judas 17, 18).

Esto concuerda con la enseñanza paulina: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4: 1)

Añade a esta escritura el apóstol: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3: 1-5)

Descritos en esas escrituras, vemos que se trata cristianos profesantes, pero que por sus frutos llegan a mostrar que no lo son de verdad. Muchos de ellos solamente gustaron del don celestial (He. 6: 4), pero no experimentaron un nuevo nacimiento (Jn. 3: 3). Otros ni siquiera eso. Son por tanto, objeto fácil del maligno para su uso contra el Cuerpo de Cristo.

Por todo ello, nos será imprescindible discernir.

El diablo sabe que le queda poco tiempo. Ahora más que nunca es cuando la Iglesia de Jesucristo debe sacudirse todo polvo de ingenuidad de encima, y ser más sabia y prudente que nunca. Acordémonos de las palabras de Jesús: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mateo 10: 16)

“El saber discernir y el actuar con sabiduría es clave hoy más que nunca. En esa labor es imprescindible el concurso del Espíritu Santo”
Los colaboradores de Dios, y los colaboradores del diablo

Así como Dios tiene Sus colaboradores, tal y como leemos a continuación de parte del apóstol Pablo: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios” (1 Corintios 3: 9), el diablo emplea a sus colaboradores humanos también para intentar engañar y seducir al verdadero pueblo de Dios. Leemos en 2 Corintios 11: 13-15;

“… falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”.

Estos, a través del engaño, pueden llegar a infiltrarse entre el pueblo de Dios para frenar la obra de Dios. De hecho esta es una realidad más que constatable hoy en día.

“Engañadores y engañados, van de la misma mano”


1. La unidad del Espíritu

“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación…” (Efesios 4: 1-4)

El espíritu que debe prevalecer entre los cristianos es el de la verdadera unidad, es lo que la Biblia llama: La unidad del Espíritu.

Existe un mandamiento de parte de Dios para nosotros, que es el de guardar la unidad del Espíritu Santo, ya que somos un solo cuerpo, y esa es nuestra vocación, es decir, nuestro llamamiento.

¿Cuál sería entonces el espíritu contrario al de esa Unidad? Evidentemente, el de la división.
2. El espíritu de división

“3Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. 4Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3, 4)

La manera más sencilla de frenar la obra de Dios, es trayendo división al Cuerpo de Cristo. Esta división, que es la obra del diablo, la transmite, ¿quiénes?

No la gente declaradamente del mundo. No la persecución desde afuera.

¿Quién o qué entonces? Aquellos que aparentan ser lo que no son. Aquellos que se dicen cristianos, pero no viven lo que dicen ser, ni realmente enseñan la verdad del Evangelio.

Estas personas que menciona Judas, a propósito entran en el seno de la Iglesia para hacer el daño que Satanás les envía a hacer, lo sepan o no; sean conscientes de ello, o no.

“El engaño de los que se presentan como hombres y mujeres de Dios, va disfrazado de presunta verdad bíblica, que no lo es, como la tristemente famosa cruz de los encuentros del G12 que tanta división ha causado en el medio eclesial”


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martes, marzo 16, 2010

¿Se pude ser cristiano sin iglesia?

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PONENCIA DESARROLLADA POR EL DR.EBEHARD HELLER Y PUBLICADA POR LA REVISTA EINSICHT (AGO.2000)

La siguiente ponencia se preparó para una mesa redonda sobre el tema „¿Ser cristiano...sin Iglesia?", en el marco del programa de la Universidad Popular de Ottobrunn Nota:

(Munich), que el 22 de abril de 1999 dirigió su director, Karl Eisfeld, en la casa de Wolf-Ferrari en Ottobrunn.

Para una mejor comprensión interna, pero también como preparación para un tratamiento posterior y más intenso de este problema, a continuación de la ponencia querría explicar más detalladamente la propia situación eclesiástica que resulta para nosotros a partir de la sedisvacancia (vacancia de la Sede), así como el paso final que se desprende de la ponencia: „E1 dilema (de la falta de autoridad eclesiástica y la obligación de restituir la Iglesia como institución), a mi entender, sólo puede resolverse si el conjunto de todas las actividades correspondientes anticipa esta restitución, con la reserva de una legitimación posterior y definitiva a cargo de la jerarquía restablecida."

Cristo no ha fundado su Iglesia como una mera comunidad de fe cuyos miembros sostienen las mismas convicciones, sino preferentemente como institución sagrada para continuar Su obra de salvación. La Iglesia Una tiene en la persona de San Pedro y en las de sus sucesores la autoridad máxima para el ejercicio y la custodia del ministerio doctrinal, pastoral y sacerdotal, una autoridad que Pedro recibió directamente de Cristo. Sólo la Iglesia está legitimada por Cristo para administrar el tesoro de la revelación, sólo en ella conoce el cristiano la verdadera voluntad de salvación de Dios.

En consecuencia, ser cristiano de modo íntegro no sólo consiste en confesar las máximas de fe reveladas y aceptar determinados principios morales, sino también aceptar y recibir los medios de salvación que Cristo instauró, y especialmente los sacramentos administrados por la Iglesia como institución sagrada, a través de los cuales al cristiano le es otorgada una participación ciertamente oculta, pero no obstante real (personal) en la vida divina.

Se podría pensar que para ser cristiano basta en lo esencial con creer en Dios, que se ha revelado en Jesucristo, y en seguir las prescripciones morales correspondientes. El cumplimiento de estos postulados, para el que no se precisa de Iglesia alguna, sería suficiente para poder designarse como cristiano.
Esto es un error. No se trata sólo de limitarse a tomar verdaderas determinadas máxima de fe, de cumplir ciertos sacramentos, sino de la aceptación del ofrecimiento salvador de Dios, que mediante su muerte expiadora ha dado a los hombres la posibilidad de unificarse de nuevo con El: se trata de sellar la nueva alianza. Sellar esta alianza sólo es posible mediante la aceptación de los medios de salvación que da la Iglesia, en especial sumándose al Sacrifico de la Misa que celebra la Iglesia. Salus extra Ecclesiam non est,"no hay salvación fuera de la Iglesia" (Cipriano de Cártago, carta 73, capítulo 21): esto significa que Cristo confía las verdades y los medios de salvación sólo a la Iglesia que El instauró, y que sólo a ella la ha legitimado para administrarlos para la salvación de las almas. Quien sabe del carácter de la Iglesia como institución sagrada verdadera y la única legítima, no puede apartarse de ella, ella es necesaria para la salvación. La concesión de la salvación a través de la Iglesia es voluntad de Dios, y no una arrogancia humana.

Ahora bien, se objeta que la Iglesia como institución sagrada falsea su misión, que defiende sus propios intereses, que se transforma en un mero instrumento de poder que aterroriza psíquicamente a los creyentes con sus exigencias morales; los miembros de su jerarquía serían frente a sus creyentes quienes menos practican lo que ellos mismos exigen de éstos: amor al prójimo, etc. Por este motivo, a menudo los mejores cristianos habrían abandonado la Iglesia -o como dirían ellos, la Iglesia ministerial-, para dedicarse al cumplimiento del ideal cristiano sin las cargas falseantes de la Iglesia.

Como hemos dicho, sólo la Iglesia está legitimada para cumplir mediante la administración de los sacramentos el presupuesto para la obtención de la salvación, para volver a ser incluido en la alianza con Dios. Por eso, sin los medios de gracia que ella administra y que son los que posibilitan en primer lugar la participación en la vida divina, una vida religiosa fracasará a causa de la Iglesia. Este camino les está vedado a los cristianos -pese a toda crítica justificada a ciertos ministros- también porque de este modo el papel central de la Iglesia respecto de Dios, con quien se supone que quieren estar unidos, y porque con ello también se alejarían implícitamente de Dios.

Pero, al margen de ello, cabe lanzar la pregunta de si podría plantearse una situación en la que pudiera parecer justificado apartarse de la Iglesia ministerial actual, aun aceptando la pertenencia a la Iglesia instaurada por Cristo como condición necesaria para la salvación.

Según las explicaciones que hemos dado hasta ahora, debería haber quedado claro que la Iglesia, en su autocomprensión, sólo puede y debe considerarse a sí como institución sagrada de Cristo. Los ministros correspondientes son sólo administradores -y no los poseedores- de los medios y las verdades de salvación. Los creyentes tienen la posibilidad de examinar si los edictos y los decretos de la jerarquía correspondiente obedecen a esta voluntad divina, puesto que ésta se ha revelado y rige de modo inmodificable. Un rechazo de la jerarquía actual sólo estaría autorizado si ésta falseara y manipulara directa y ostensiblemente las verdades y los bienes de salvación confiados a ella, si traicionara la herencia y la misión de Cristo. Pero este rechazo no significaría un abandono de la Iglesia como institución sagrada, sino sólo una particular prueba de lealtad hacia Cristo, la cabeza de la Iglesia, a quien en esta situación extrema le sería concedida la prioridad. En el caso citado, en calidad de cristiano se tendría no sólo el derecho, sino también el deber de tener en cuenta el hecho de la traición y la apostasia de la jerarquía y de volverse contra los representantes de una Iglesia profanada y mutada en una institución que no tiene salvación y a la que ya no se podría reconocer como autoridad legítima.

Un caso semejante de traición a las verdades de fe centrales, por cuanto yo sé, se ha planteado en el Vaticano Segundo, se ha hecho ya manifiesto en él y posteriormente se ha continuado (como "evolución desde arriba"). En "Nostra Aetate", Art. 3, se dice por ejemplo: "La Iglesia considera con estima también a los musulmanes, que adoran al Dios único, al Dios vivo y que es en sí, al Dios misericordioso y todopoderoso, el creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a los hombres." Dios, que en Cristo se nos ha revelado a los hombres, se equipara aquí con Alláh, que fue anunciado por Mahoma, es decir, se niega el carácter único de la revelación de Cristo. En el curso de la llamada reforma litúrgica el rito de la misa se falseó de tal modo que las celebraciones con arreglo al nuevo "Novus Ordo Missae" ya no operan la salvación. (Acerca de esta reforma, el propio cardenal Ratzinger ha hablado de "destrozo" -en el prólogo a Gamber, Die Liturgiereform, Le Barroux 1992, p. 6- y de "quebranto de la liturgia" -La mia vita, ricordi 1927-1997, Roma 1997).

El sincretismo que hoy propaga Juan Pablo II ("Judíos, cristianos, musulmanes, todos ellos creen en el mismo Dios") no sólo niega implícitamente la revelación de Dios en Cristo -y con ello también la Trinidad de Dios-, sino que además reduce la representación de Dios a una mera imagen teísta. Por contra, Cristo dice:"Nadie viene al Padre si no es a través de MI" (Juan, 14, 6). Pues "quien no tiene al Hijo, tampoco tiene al Padre" (Juan 2, 23). Es decir, quien no tiene a CRISTO, el Hijo de Dios, tampoco tiene a Dios-Padre. La verdad viva se sacrifica a los empeños por una unidad de las religiones. El hecho de la apostasia de la jerarquía ha encontrado su versión eclesiásticamente vinculante en la declaración de vacancia de la Sede romana de Su Eminencia el Monseñor P. M. Ngo-dinh-Thuc, antiguo arzobispo de Hue (Vietnam), que éste promulgó en Munich el 21 de marzo de 1982.

Ahora bien, se puede objetar: aquellos que consideran la institución actual de la Iglesia no legitimada, también han caído con ello de facto en aquella situación que ellos mismos designan como ilegítima: vida religiosa fuera de la Iglesia, o mejor dicho "Jglesia".

A ello hay que decir: aunque los creyentes y sacerdotes que han permanecido fieles a la fe cristiana se vieron confrontados -sin quererlo- con la apostasía que se estaba llevando a cabo, no pueden apelar simplemente a un estado de emergencia y hacer lo que quieran, sino que tienen que intentar terminar con este estado, que para ellos viene definido por la falta de una institución, mediante la restitución de la Iglesia como institución sagrada, demostrando en ello su actuación religiosa y eclesiástica como legitimada por la Iglesia. No obstante, de aquí resulta un dilema.

Por un lado falta en la actualidad la autorización eclesiástica necesaria para el cumplimiento de esta tarea, y por otro lado el cumplimiento de esta tarea es el presupuesto necesario para el restablecimiento precisamente de esta autoridad eclesiástica. El dilema, a mi entender, sólo puede resolverse si el conjunto de todas las actividades correspondientes anticipa esta restitución, con la reserva de una legitimación posterior y definitiva a cargo de la jerarquía restablecida.
„Extra Ecclesiam milla salus est" (Cipriano de Cártago)

Esta constatación que el obispo Cipriano de Cártago promulgó en la carta 73, capítulo 21, y que ha de servirnos de divisa en las reflexiones que siguen, es la respuesta más adecuada al problema planteado en una mesa redonda el 22 de abril de 1999 en Ottobrunn, moderada por Karl Eisfeld
sobre el tema: „¿Ser cristiano sin Iglesia?", a la que también fueron invitados representantes de nuestra corriente y sobre la que redacté la comunicación anterior, en la que quise compendiar nuestra posición, esto es, la posición de los sedisvacantistas.

Aun cuando la pregunta precedente -„¿Ser cristiano sin Iglesia?"- se dirigía preferentemente a personas que, por los más diversos motivos, se habían distanciado del ministerio eclesiástico oficial (por ejemplo a causa de la supuesta paralización de las reformas, de una decepción personal o de una esclerosis espiritual, o mejor dicho, de una "intolerancia" en cuestiones de fe pero sobre todo también en cuestiones de moral), la pregunta de antes y la respuesta de Cipriano tienen que aplicarse en una medida particular también a nuestra situación, con sus problemas específicos.

Las realidades hay que juzgarlas sobriamente: también nosotros (bien que no por culpa nuestra, sino por culpa de la "revolución desde arriba") nos hallamos en la situación de (tener que) llevar nuestra existencia cristiana fuera de la Iglesia (como institución sagrada), mas también para nosotros rige el principio de que "extra Ecclesiam nulla salus", "no hay salvación fuera de la Iglesia": el centro misal en X no es la Iglesia, el Padre Y no es la autoridad, aunque pueda participar de ella si a partir de ella se legitima a sí mismo o legitima sus acciones -en un sentido que aún hay que describir-.

¿Cómo habría de ser esto posible? Hemos de someternos a una institución (la Iglesia) que (a causa de la apostasia de la jerarquía) ha dejado de existir como institución legítima. Reconocer este dilema significa ya dar un paso en la dirección correcta.
Cabría objetar que pese a todo se tienen sacerdotes y obispos que administran los sacramentos, que aseguran la sucesión..., y que eso ya basta para la salvación de las almas. Por lo demás, nadie tendría la culpa de que la jerarquía haya apostatado, y en ningún caso se podría inculpar de ello a los sacerdotes que han permanecido fieles, o bien limitarlos por ello en su actuación justificada y también legitimada.
De hecho, estos sacerdotes que han permanecido fieles han conservado los plenos poderes sacramentales a través de la consagración (de las consagraciones), pero les falta la encomendación concreta, el mandato, la legitimación a cargo de la autoridad -en último término a cargo del Papa- para poder ejercer estos poderes plenos. Por citar un ejemplo: un obispo que quiere trabajar para la perduración de la Iglesia consagra a un sacerdote. ¿Cómo justifica éste su actuación pastoral, la lectura de la Santa Misa, la confesión, etc.? Apela a la encomendación del obispo que lo ha consagrado. ¿Pero quién ha encomendado a éste obrar en el sentido de la Iglesia? ¿De qué dependería a su vez la encomendación de su sacerdote? ¿En qué autoridad se apoya?

Pero -se objeta con razón- falta la autoridad. Y como esta circunstancia no puede ventilarse en una discusión, los legalistas, esto es, aquellos que dirigen su atención a puntos que son supuestamente relevantes en un sentido primariamente jurídico, llegan a la conclusión de que si bien se puede seguir obrando por sí mismo en un sentido religioso, hay que guardarse de ejercer toda otra actividad, por ejemplo la restitución de la Iglesia, el mantenimiento de la sucesión, etc. Por cuanto respecta a los clérigos, desde este punto de vista estaría estrictamente prohibido administrar los sacramentos -salvo in extremis, es decir, en caso de riesgo de muerte-.

A esta posición no se le puede denegar una cierta coherencia. Sin embargo, yo no puedo compartirla, y en concreto por el siguiente motivo: las disposiciones jurídicas no hay que tomarlas por sí mismas, no son fines en sí mismos. No pueden llevar a una reducción ad absurdum de la verdadera definición de la fundación de la Iglesia como institución sagrada. Suprema ley salus animorum, "la ley suprema es la salvación de las almas". A los apóstoles Cristo "los envió a anunciar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos" (Lucas 9, 2). Nuestra pregunta es, pues, cómo se puede realizar con la ley la encomendación misional de Cristo ("Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Quien crea y sea bautizado, se salvará; pero quien no crea, se condenará" -Marcos 16, 16-) mediante la Iglesia (pues sin ella no hay salvación) y bajo las circunstancias actuales (ausencia de una autoridad encomendante).

Quiero anotar que con la respuesta a esta pregunta se está pisando una nueva tierra teológica, pues en la historia de la Iglesia jamás se dio una situación semejante. Visto formalmente aparece el siguiente problema: se reclama algo que (ya) no hay, o mejor dicho, que todavía no ha vuelto a haber: la autoridad, pero que sin embargo debe volver a haber, restituida a través de diversos pasos procesuales que en sí mismos (todavía) no están legitimados (por la autoridad). Una solución de esta (aparente) contradicción sólo se alcanzaría anticipando el fin (la restitución de la Iglesia como institución sagrada) y categorizando los diversos pasos como provisionales hasta la restitución definitiva. Una justificación definitiva de este proceso de restitución sólo podría realizarse por medio de la autoridad restituida realmente. (Esta también era la concepción del ya fallecido obispo Guérard de Lauriers).

Esta anticipación del restablecimiento de la autoridad y de la Iglesia como institución sagrada y guardarse uno mismo de juzgar la actividad que conducen a ello (es decir, actividad bajo reserva de una justificación posterior) son a mi entender los presupuestos no sólo de todo intento de restitución, sino también de la administración legitimada por la Iglesia de los sacramentos y de la participación en ellos bajo las circunstancias dadas: y esto es lo único decisivo para la salvación de cada alma. Aquí se observa por un lado que fuera de la Iglesia no puede haber salvación alguna, es decir, que no se busca la propia salvación ni los medios de salvación en círculos sectarios, pero al mismo tiempo también se integra el empeño de poner fin a este estado privado de autoridad -y por tanto también "sin salvación"-. Y sólo bajo este presupuesto está permitida a mi entender una actividad religioso-eclesiástica (porque de este modo está justificada provisionalmente).

Hay que tener claras las consecuencias de orientar la propia vida religiosa sin referencia a la Iglesia, fuera de la cual no hay salvación alguna, de recibir, en el modo de un egoísmo consciente de salvación, unos sacramentos administrados por clérigos vagantes -¡e incluso aunque sean sacerdotes ordenados válidamente!- que, sin embargo, a su vez no pueden ser apostrofados sino como una "atención al cliente" de corte sectarista, que no sirve al bien de la Iglesia ni quiere edificarla, sino que preferentemente tiene en vista a su clientela. Estas personas simplemente no han sido encomendadas por nadie, es decir, por ninguna autoridad eclesiástica, ni tampoco están legitimadas para ello en el sentido indicado anteriormente.

No hay que engañarse: la recepción y la administración de los sacramentos no estarían autorizados por cuanto respecta a su efecto salvador, es decir, por cuanto respecta al misericordioso establecimiento de la relación con Dios: serían cuanto menos problemáticos, si es que no incluso ineficientes. (Nota: se recomienda analizar por una vez más detenidamente bajo este aspecto del flujo eficiente de gracia y del efecto de gracia la relación de sus llamados co-cristianos, que continuamente van a recibir los sacramentos de clérigos oscuros o bien sectarios. ¡Uno se quedará asombrado!)

Hago aquí una digresión, pues aquí se ofrece la posibilidad de explicar más detenidamente el término de "egoísmo de salvación" que tan a menudo utilizo, posiblemente incluso de modo impropio, para que no surja ningún malentendido. ¡Desde luego que el creyente tiene que esforzarse por la salvación de su alma! Para eso ha fundado Cristo su Iglesia como institución de salvación, para que aquellos que aceptan los frutos de su sacrificio en la cruz puedan sellar de nuevo la alianza con Dios (una alianza oculta, pero personal y real).

"Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás (es decir, los bienes de la vida diaria) se os dará por añadidura." (Mt. 6. 33). Pero esta oferta de salvación Cristo la ha transmitido a su Iglesia, y por eso sólo la hay dentro de la Iglesia, para que la consecución de la salvación sólo pueda cumplirse en ella, y no fuera de ella.

Pero fuera de la Iglesia se encuentran todos los sectarios y clérigos vagantes, es decir, sacerdotes -incluso sin comillas- que no están legitimados para la administración de los sacramentos, que no tienen la encomendación eclesiástica para ellos, pero que, en cambio, en los últimos tiempos han ofrecido sus servicios a diversos centros. Los creyentes sólo pueden recibir los sacramentos de clérigos que están dentro de la Iglesia y que actúan en ella. (Lo que esto significa en la situación actual lo he explicado antes.) Un egoísta de salvación es por tanto alguien que espera encontrar su salvación, y en particular los sacramentos, conscientemente extra Ecclesiam (fuera de la Iglesia), o digámoslo de un modo más prudente: sine Ecclesia (sin la Iglesia), es decir, de modo no autorizado -¡y sólo para sí mismo!-.

Se objeta esta posición de justificar la propia postura religiosa por medio de la anticipación de la reconstrucción de la Iglesia, pero con la reserva de someter las acciones emprendidas por medio de ello a un enjuiciamiento posterior, no es realista en vista de la mentalidad y del compromiso de la mayoría de los creyentes y clérigos, que apenas están dispuestos a colaborar en la reconstrucción, más aún, ni siquiera en la formación de la comunidad, por no decir ya a pensar en la efectuación de una elección papal.

Desde luego que veo las dificultades de la realización de tales empresas, que son tan grandes que toda una serie de creyentes ya se ha resignado. Pero hay que establecer una distinción entre la concepción justificada de una tarea y su realización. Aun cuando a esa tarea hayan de salirle al paso las dificultades más extremas, más aún, aun cuando, bajo determinadas circunstancias, haya que considerarla temporalmente como irrealizable, esto no significa que haya que renunciar a ella como tarea conocida correctamente. Pero es decisivo que me atenga a ella y que implore la asistencia divina para su realización... y entonces ya se hallarán caminos para ello. "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Pues quien pide, recibe; y quien busca, encuentra; y a quien llama, se le abre."

(Lucas 11, 9-10) Si quiero ayudar a un enfermo mas en ese momento me falta la medicina necesaria, no puedo "sellar" al enfermo como sano ni declarar que de nada sirve el deber de ayudar a personas enfermas sólo para "resolver" el problema de cómo procurarme una medicina.

Formulado en categorías éticas: el deber ser del deber en sí mismo justificado (es decir, el restablecimiento de la Iglesia) no puede no ser válido porque el ser fáctico concreto (es decir, los problemas teóricos y organizativos todavía no resueltos para su terminación, pero también la comodidad, el desinterés de los afectados, esto es, nuestras propias debilidades) se oponga a este deber ser. Formulado positivamente: el deber ser es válido (debe ser) con independencia de los problemas de su realización.

El problema principal de la restitución es con toda seguridad un problema mental. ¡La reconstrucción tiene que haberse verificado ya "en nuestras cabezas"! Y si nos encamináramos hacia ella con esta actitud, entonces también advertiríamos toda ocasión para la realización de esta tarea. Por ejemplo, la formación de una comunidad dentro de una región no debería plantear en realidad ningún problema particular: la cohesión regional del clero ortodoxo, que se reúna en torno de los creyentes y que se encargue de modo perdurable de la responsabilidad pastoral, del acuerdo y la organización del trabajo parroquial. Es ostensible que hasta ahora esto todavía no se ha logrado.

¿Qué hubiera sido de la Iglesia si los apóstoles y las primeras comunidades cristianas se hubieran comportado como nosotros lo hacemos en parte? ¿Acaso este edificio de la Iglesia no habría sido vencido ya tras poco tiempo por "las puertas del infierno" y ya sólo tendríamos noticias de él por algunos diccionarios de historia antigua? Hay que saber lo que se quiere: o bien ir dando tumbos en sentido religioso más o menos sin ninguna concepción para acabar cayendo cada vez más hondo en el medio sectario y sin salvación, o bien colaborar con una clara perspectiva o estrategia religiosa y eclesiástica en la reconstrucción de la Iglesia para poder (re)encontrar en ella la propia salvación.

Tomado de la revista alemana Tradicionalista Einsicht.Traducción por rl Dr.Alberto Ciria.

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domingo, marzo 14, 2010

La educación religiosa no ha sido eliminada

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La nueva Ley Orgánica de Educación aprobada el 15 de agosto de 2009 establece en el artículo 7 que se mantendrá la educación laica en Venezuela. Realmente ha sido así siempre porque “laica” significa que no depende de una religión (como sí pasa en algunos países islámicos) y dentro de este carácter laico Venezuela contó con la firma de convenios para que los estudiantes reciban educación religiosa en las aulas, se elaboraron programas para los distintos niveles, para que los venezolanos y venezolanas reciban una educación integral que garantice la inclusión del aspecto espiritual, tan importante en el desarrollo personal y social.

Hoy abrimos otra era dentro de la educación en la que la espiritualidad vuelve a ofrecer los valores del cristianismo a los hijos e hijas de las familias cristianas, y de otras religiones que así lo deseen, para que reciban educación religiosa en planteles públicos y privados, por el derecho que da la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en los artículos 59 (educación religiosa) y 103 (educación integral), y la Ley Orgánica de Protección al Niño, Niña y Adolescente en el artículo 35.

Recordamos a las autoridades educativas su deber de garantizar este derecho para todos los estudiantes cuyas familias lo soliciten, evitando interpretaciones personales que entorpezcan esta actividad, así como el desarrollo de otras relacionadas con la espiritualidad de la comunidad del plantel; y junto a los miembros de la Asamblea Nacional la obligación de profundizar en el significado del derecho universal a la libertad religiosa para que en las leyes especiales que quedan pendientes en esta Ley, se reglamente su inserción en el currículum básico nacional en todos los niveles del subsistema de Educación Básica, en respuesta al deseo y necesidad del pueblo venezolano, como derecho adquirido progresivamente y consagrado hoy en la Constitución.

Como parte de la sociedad civil, corresponsables también de la tarea educativa, ponemos a disposición de los docentes comprometidos con este hermoso reto los contenidos de clase, los métodos apropiados, el material didáctico y cursos bíblicos para que con su iniciativa, creatividad, competencia y entusiasmo puedan responder a este derecho de nuestros estudiantes y lograr un mejor trabajo docente con el amor, la justicia y la paz de Dios en nuestras aulas.

Invitamos a las familias venezolanas a solicitar en los planteles, con el apoyo de los consejos comunales, los colectivos internos de la escuela y los demás actores comunitarios, la educación religiosa para sus hijos e hijas de acuerdo a sus convicciones y durante los 200 días de clase, con la seguridad de que el rescate y fortalecimiento de los valores humanos y cristianos ayudarán de manera decisiva en la formación de mejores ciudadanos y ciudadanas para nuestro país.

Así lo proclamó nuestro Libertador Simón Bolívar muchísimas veces instando a los maestros y hasta cambiando el currículo para que los estudiantes recibieran clases de religión como medio para superar las crisis de valores, como cuando proclamó que “sin la conciencia de la religión la moral carece de base” (octubre de 1828) o indicó a los maestros de su sobrino Fernando que “la moral en máximas religiosas es una enseñanza que ningún maestro debe descuidar”.

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