viernes, marzo 19, 2010

LOS DIVISIONARIOS I

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I Primera parte


“En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu” (Judas 18, 19)

“…que Satanás no saque ventaja alguna sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2: 11)

Este es un estudio que va dirigido hacia el verdadero creyente, en dos direcciones. La primera, en cuanto a discernir y saber más cómo el diablo actúa a través de aquellos que se dicen creyentes pero que, en definitiva, son dirigidos por un espíritu de división. La segunda, a fin de discernir cuánto o nada pudiera haber de esa maldad en la vida del mencionado creyente.

Nos basaremos principalmente en el libro de Judas.

Introducción

De Dios es la unidad del Espíritu en la Iglesia (Ef. 4: 3), la cual debemos con solicitud guardar, lo cual significa: cuidar, proteger, trabajar hacia ella y con ella.

La labor del maligno es la contraria. Muchas veces aprovechando una unidad aparente, basada en lo natural solamente, pretende a través de las personas que se prestan, sea voluntaria o involuntariamente, llegar a conseguir el objetivo contrario al del Espíritu Santo: la destrucción del Cuerpo de Cristo.

Lamentablemente, muchos, a causa de su falta de rectitud de corazón, son usados por el diablo sin darse cuenta realmente de que eso es así.
Discernimiento y sabiduría

Para ayudarnos en nuestra labor de guardadores de la unidad del Espíritu, Dios da a sus hijos el don de discernimiento (1 Co. 12: 10). Discernir significa básicamente separar una cosa de otra para entender lo que es verdad de lo que no lo es, aunque lo parezca. Dice la Palabra: “…el espiritual juzga todas las cosas…nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2: 15, 16).

Discernir en el Espíritu, es siempre la obra de luz o declaración del Espíritu al creyente verdadero. Es el entendimiento de parte de lo Alto que el creyente recibe para hacer algo al respecto.

No obstante, además del discernimiento en sí, el creyente necesitará ser cada más lleno de sabiduría. La verdadera sabiduría es la puesta en marcha del conocimiento según la voluntad de Dios. Es el comprender el cómo, para llevarlo a la práctica.

Si no se tiene esa sabiduría, hay que pedirla. Dice así la Palabra:

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1: 5)


En estos tiempos finales hay que discernir más que nunca

Volviendo a la cuestión del discernimiento: ¿Por qué nos es tan necesario discernir?, porque dados los tiempos, cuando más nos acercamos al final de esta dispensación, el enemigo trabaja más con el fin de “engañar si fuere posible aun a los escogidos” (Mateo 24: 24)

Dice Judas: “Vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos” (Judas 17, 18).

Esto concuerda con la enseñanza paulina: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4: 1)

Añade a esta escritura el apóstol: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3: 1-5)

Descritos en esas escrituras, vemos que se trata cristianos profesantes, pero que por sus frutos llegan a mostrar que no lo son de verdad. Muchos de ellos solamente gustaron del don celestial (He. 6: 4), pero no experimentaron un nuevo nacimiento (Jn. 3: 3). Otros ni siquiera eso. Son por tanto, objeto fácil del maligno para su uso contra el Cuerpo de Cristo.

Por todo ello, nos será imprescindible discernir.

El diablo sabe que le queda poco tiempo. Ahora más que nunca es cuando la Iglesia de Jesucristo debe sacudirse todo polvo de ingenuidad de encima, y ser más sabia y prudente que nunca. Acordémonos de las palabras de Jesús: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mateo 10: 16)

“El saber discernir y el actuar con sabiduría es clave hoy más que nunca. En esa labor es imprescindible el concurso del Espíritu Santo”
Los colaboradores de Dios, y los colaboradores del diablo

Así como Dios tiene Sus colaboradores, tal y como leemos a continuación de parte del apóstol Pablo: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios” (1 Corintios 3: 9), el diablo emplea a sus colaboradores humanos también para intentar engañar y seducir al verdadero pueblo de Dios. Leemos en 2 Corintios 11: 13-15;

“… falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”.

Estos, a través del engaño, pueden llegar a infiltrarse entre el pueblo de Dios para frenar la obra de Dios. De hecho esta es una realidad más que constatable hoy en día.

“Engañadores y engañados, van de la misma mano”


1. La unidad del Espíritu

“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación…” (Efesios 4: 1-4)

El espíritu que debe prevalecer entre los cristianos es el de la verdadera unidad, es lo que la Biblia llama: La unidad del Espíritu.

Existe un mandamiento de parte de Dios para nosotros, que es el de guardar la unidad del Espíritu Santo, ya que somos un solo cuerpo, y esa es nuestra vocación, es decir, nuestro llamamiento.

¿Cuál sería entonces el espíritu contrario al de esa Unidad? Evidentemente, el de la división.
2. El espíritu de división

“3Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. 4Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3, 4)

La manera más sencilla de frenar la obra de Dios, es trayendo división al Cuerpo de Cristo. Esta división, que es la obra del diablo, la transmite, ¿quiénes?

No la gente declaradamente del mundo. No la persecución desde afuera.

¿Quién o qué entonces? Aquellos que aparentan ser lo que no son. Aquellos que se dicen cristianos, pero no viven lo que dicen ser, ni realmente enseñan la verdad del Evangelio.

Estas personas que menciona Judas, a propósito entran en el seno de la Iglesia para hacer el daño que Satanás les envía a hacer, lo sepan o no; sean conscientes de ello, o no.

“El engaño de los que se presentan como hombres y mujeres de Dios, va disfrazado de presunta verdad bíblica, que no lo es, como la tristemente famosa cruz de los encuentros del G12 que tanta división ha causado en el medio eclesial”


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